"«Dios sabe lo que has hecho; todo... A mí puedes engañarme... A Dios, no.»
Michaelis, que estaba detrás, se dio cuenta, presa de profundo asombro, que Wilson miraba fijamente las pupilas del doctor T. J. Eckleburg, que acababan de surgir, pálidas y enormes, de la noche que se acababa.
- ¡Dios lo ve todo!"
- El gran Gatsby, F. Scott Fitzgerald
Desde que inicié el blog he intentado
seguir la costumbre de, adicional al escrito, complementar con algo más la
entrada. Ese algo más puede ser mis impresiones frente a una obra, una historia
o la presentación de un artista. Como sea, ese ejercicio me ha permitido
conocer nuevas cosas y aprender más de lo que ya conocía.
Con esta entrada tuve mi frecuente
problema de la falta de inspiración. Varias veces me dije que era hora de hacer
algo nuevo, pero cuando me sentaba a escribir no se me ocurría absolutamente
nada. Claro que tenía unos cuantos escritos guardados por allí, pero el escrito
como tal ya no representa una entrada completa para mí.
Justo en las entradas anteriores les
acababa de hablar de pintores y de los libros que me había leído, así que
estaba en blanco. “¿Y por qué no le dedicas esta entrada al gran Gatsby, si te
estás leyendo ese libro?” Me preguntó un buen amigo, “Porque apenas me lo
empecé a leer”, le dije (y porque entonces no sabía si el libro en cuestión me
fuera a traer la inspiración perdida). Pues bien, la idea me quedó sonando y me
dije que si el libro conseguía moverme, entonces dedicaría la siguiente entrada
a la novela de 1925 del escritor estadounidense F. Scott Fitzgerald,
considerada como uno de los clásicos del siglo pasado.
La cosa con el libro empezó medio
extraña. Me parecía que la manera de narrar la historia por parte del autor era
en cierta forma peculiar. Han de saber, si no lo han leído, que todo se narra
en primera persona y desde el punto de vista Nick Carraway, el recién mudado vecino
del enigmático millonario Jay Gatsby. Bueno, eso no era lo extraño. Lo que a mí
no me acababa de convencer era la aparente falta de consistencia en los
diálogos. Las escenas se sucedían rápidamente (después de todo el libro no es
largo) y los diálogos, incluso en una misma escena, brincaban de tema en tema
sin aparente transición o relación. Los pensamientos de un personaje parecían estar
aquí en un segundo y al siguiente estar allá. En ese momento, es decir, al
principio del libro, no había notado que precisamente aquello era a propósito.
Una elegante y disimulada forma de reflejar la superficialidad y la decadencia de
la sociedad estadounidense a principio de los años 20, justo después de la
primera guerra mundial.
De hecho, el libro maneja un amplio
simbolismo y, como no planeo hacer un ensayo de la obra completa, les hablaré
de aquel símbolo que me llamó más la atención y que le da el título a esta
entrada: los ojos del doctor T. J. Eckleburg. El valle de ceniza, uno de los
escenarios que maneja el libro, es un paraje desolado, olvidado, lleno de
tierra grisácea, en donde viven algunos desamparados. El valle, por el que
siempre hay que pasar para dirigirse a Nueva York desde la voluptuosa Long
Island (en donde viven los protagonistas), se presenta como un contraste al exceso,
la riqueza y la abundancia material en medio de los cuales se mueven los
protagonistas del libro. En medio de este vertedero industrial se levanta un
cartel gigantesco con dos grandes ojos enmarcados por unos lentes, publicidad
del oculista de Queens, el doctor Eckleburg.
Ya desde el principio los ojos se insinúan
como la representación de Dios, que todo lo ve y presencia la corrupción y la
desigualdad en la sociedad, así como el egoísmo y la deshonestidad del hombre.
Los ojos son mencionados en varias escenas: Cuando se describe el valle de
cenizas, cuando uno de los personajes presenta a su amante a Nick o cuando
ocurre el terrible asesinato que desata la catástrofe final. Todas ellas
escenas en donde alguien se encuentra obrando mal y el doctor Eckleburg está
allí, en medio de los desechos, con sus inmutables, grandes y pálidos ojos. Ya
hacia el final del libro se hace más claro el hecho de que efectivamente era a
Dios a quien nos recordaba aquel anuncio, he incluso, llegamos a sentirnos observados…
El gran Gatsby es un libro que recomiendo
ampliamente y Jay Gatsby es uno de los personajes más melancólicos y trágicos
que he conocido. Como representación del ciudadano estadounidense en su
persecución del famoso “sueño americano”, vemos como es levantado, aclamado y
finalmente destruido y olvidado por una sociedad cuyos efímeros intereses y
superficiales sueños son excusa más que suficiente para aplastar los propósitos
de los demás y pasar sobre sus cabezas. Una sociedad en donde la abundancia
lleva al exceso y el exceso a la corrupción. Si no lo han leído no puedo hacer
más que animarlos de corazón a que lo hagan, o por lo menos, si están peleados
con los libros, que vean la película y me comenten qué tal les pareció y si
Gatsby, igual que a mí, les robó y aplastó el corazón de tal manera, que al
final no pudieron hacer más que sentir simpatía con Nick y desprecio para con
los demás personajes.
Supernova
Como una estrella,
una de las más llamativas que ha sido invitada a morar
en el templo de terciopelo que es la boca del cielo
nocturno,
me alimento y me mantengo en pie gracias a mis más violentas
reacciones.
Mi brillo y mi calidez nunca hubieran existido sin el embate
de fuerzas más poderosas que yo, que batallarán tanto como
yo viva,
en un equilibro entre lo que busca mantenerme de una pieza y
aquello que quiere despedazarme.
Mi núcleo más fundamental es el caos mismo de las reacciones
nucleares,
mi corazón estalla, arde, se contrae, escupe furias o
bendiciones,
pero jamás se queda quieto, y así, solo así,
yo brillo, deslumbro o amparo bajo mi ala tibia a otros
seres más fríos.
Así como una
estrella,
sólo puedo pretender fascinarte bajo la luz indicada.
En el día soy invisible,
en la noche no habrá otro elemento en el que te plazca más
posar los ojos;
en los días cálidos mi presencia se tornará demasiado
imponente,
en los fríos querrás probar un poco de mis luminarias para
calentar tu alma.
Lo que en la juventud me impulsa será lo que en la vejez me
haga más débil.
Dejaré que sea, así como se ha decidido,
pero si he de morir por mis propias revoluciones,
no me extinguiré blanca y fría en algún lugar olvidado del
universo,
seré la supernova que encantará a todas las regiones del
firmamento,
la estrella más brillante, el centro mismo del enigma, la
teoría del todo, la cuna de polvo
cósmico
de cuyo tributo se levantará una generación futura de
guerras y deseos.
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Estefanía Figueroa Buitrago
¡¡ Ya hacía más de un mes que no había una entrada !!... OJO con eso
ResponderEliminarMe parece interesante que menciones el proceso de búsqueda de una "inspiración perdida" ... y creo que aunque siempre la encuentres volverás a buscarla, no porque la hayas vuelto a perder, sino por el placer de encontrar nuevas inspiraciones.
Debo aceptar que me siento tentado a leer el libro gracias a tu forma de escribir y compartir las sensaciones que te despertó la lectura de la obra... sin embargo, aunque no esté "peleado con los libros" y ante la ignorancia respecto a la calidad de las adaptaciones cinematográficas creo que voy a buscar la mayor cantidad de versión de películas... creo que son como 4.
Admito que no soy tan buen lector como debería... no soy tan buen lector como lo eres tú.
Respecto a tu escrito Supernova debo admitir que mientras lo leía me llegué a imaginar a la super poderosa estrella contemplando al universo mientrs se evaluaba a sí misma a la vez que millones de pobres entidades solo pueden admirar desde la distancia la imponencia de la estrella, pues su presencia les infunde respeto...
En cuanto a la canción... ¿qué podría decir?, si me encanta la música de Louis Armstrong.
PD... Buena entrada :)
Tendré mucho OJO con eso, tenlo por seguro, para que no se me vayan a quedar meses sin entrada :P.
EliminarLa relación entre la inspiración y yo es bastante complicada, y no hablo sólo de la inspiración "escritora", sino de diversos tipos de inspiración. Desde la que me lleva a querer practicar un deporte a la que me lleva a aprender un nuevo lenguaje de programación. La cosa es que yo me debato siempre entre dos extremos. O algo me encanta o me vuelve completamente apática, como si no hubiera punto medio. Por eso, de entre todas las ideas que me interesan, sobrevive sólo la que me apasiona, y de esa bien me pueden salir 10 escritos y una buena entrada. La cosa es precisamente cuando no encuentro esa idea de oro.... en cuyo caso me toca salir a buscarla leyendo, viendo, comiendo, o lo que sea.
Bueno, vos aceptas no ser tan buen lector, pero yo a tu lado me siento completamente ignorante en materia de cine, así que cuando encuentres las versiones de las que hablas y te des un gusto con ellas, me comentas tus impresiones y me rotas alguna :-).
Te aseguro, en cuanto al escrito, que la estrella de "Supernova" no se siente tan imponente ni respetable.
Hahaha y créeme que algo me decía que te gustaba, aunque nunca me hayas dicho abiertamente que te encanta Armstrong (o si me lo dijiste no me acuerdo :p). El hecho es que escucho ese tipo de música y se me vienen a la mente personas como vos o mi papá.
Saludos,
Tefa.
No sé por qué lo primero que me vino a la mente al ver la imagen (y antes de adentrarme en la lectura) fue en la mirada vigilante de "The big brother". Por lo que relatas, en este caso la mirada toma más un sentido moral que aquel que yo me estaba imaginando.
ResponderEliminarRespecto a la obra, solo he podido ver la pelicula y me parece que representa muy bien ese ambiente melancolico, reflejado en mayor medida en la tremenda soledad del pobre Gatsby
En efecto, Gatsby es uno de los personajes más solitarios, perdidos y melancólicos sobre los que yo haya leído. Por su misma soledad siento como si yo, como lectora, tuviera que compartirla, y tal vez sea esa la razón por la que me ha llegado tan hondo la historia. Te vuelvo a recomendar el libro. Cuando tengas la oportunidad por favor léelo :).
EliminarSaludos,
Estefa.
Pasado casi un mes de haber leído esta entrada, por fin vengo a dejarte un comentario con mis impresiones sobre la misma.
ResponderEliminarPrimero, quiero decirte que me alegra mucho que te haya gustado la principal obra de F. Scott Fitzgerald, yo también la leí y me encantó. Estoy de acuerdo contigo cuando señalas que los diálogos parecen desarticulados en ocasiones y puestos al servicio de temas plenamente vanales, sin embargo, ese es uno de los grandes logros del autor al narrar su historia: denotar la superficialidad de este selecto grupo de personas acaudaladas a través de diálogos aparentemente inocuos cuya función es enmascarar la desesperación de los personajes.
La fotografía es emblemática, y creo que los ojos del Doctor T. J. Eckleburg se vuelven aún más relevantes gracias a la adaptación cinematográfica de "El Gran Gatsby"de Baz Luhrmann. Visualmente atractivo, el filme dota a ese anuncio de una importancia magnética y simbólica en la historia que se desarrolla, especialmente en su clímax.
Tu poema está muy bien logrado. Sé lo mucho que te atrae la astronomía y me parece muy interesante que lleves la ciencia a la poesía. Podrías estar precediendo una nueva estrategia de divulgación científica, quién sabe. Leyendo "Supernova" me queda muy claro cuál es el origen, destino y muerte de este tipo de estrellas sin ahondar demasiado en tecnicismos.
Espero que sigas escribiendo a menudo.
Un abrazo :)