Spring

Spring
Primavera en Mannheim, Alemania. Paisaje fotografiado y editado por mí.

jueves, 12 de febrero de 2015

Pájaros Cantando

El arte abstracto nunca ha sido uno de mis fuertes. A pesar de las reseñas y las alabanzas de los expertos respecto a algunas obras y autores famosos, el arte abstracto, el arte moderno y el surrealista representan una cuestión en relación a la cual tengo sentimientos realmente confusos. No es que nunca le haya concedido una oportunidad. De hecho, he tenido la fortuna de visitar excelentes museos con colecciones ya sea temporales o permanentes de arte abstracto y artistas del modernismo y surrealismo, entre ellos la Galerie Neue Meister en Dresden, el museo del Banco de la República en Bogotá y el museo La Tertulia en Cali. En estas oportunidades, después del recorrido, siempre he terminado, no con un sinsabor o con un sentimiento de indiferencia (que a mi parecer es el peor sentimiento que puede despertar una obra), sino con una sensación de incomodidad, de sentir que lo que contemplé de una manera u otra me perturbó, porque lo que aprecié se me asemejaba a los delirios de un enfermo mental cuya concepción de la realidad estaba demasiado torcida para mi gusto o por la simple frustración de no haber captado el mensaje, cualquier que fuera, escondido y cifrado entre capas de lineas, pintura y materiales. He llegado al punto de sentirme incomoda con el sólo hecho de estar parada al lado de algunas obras, darles las espalda, pero saber que aún  están allí y que podría espiarlas por el rabillo del ojo. 

Hay un artista del surrealismo, sin embargo, que me llama la atención. Sus obras me recuerdan a esos dibujos que hacía cuando niña, en donde, entrecruzando lineas y formas a lo largo y ancho de un papel, intentaba después hallar figuras y crear efectos muy primitivos, resaltando esto y lo otro con colores. Estoy hablando de Joan Miró, pintor, escultor, grabador y ceramista español. No soy quien para analizar una obra tan basta, evolucionada y compleja de la cual, estoy segura, no entiendo ni la mitad. Tampoco estoy muy segura de porqué simpatizo con muchas de estas obras. Sólo puedo decir al respecto que Joan Miró es un artista que parece jugar e internarse cada vez más en lo infantil y lo onírico. Contemplar sus obras es como encontrarse en un sueño, en donde, a partir de una temática central, se despliegan toda una suerte de sucesos y personajes que interactúan entre sí por medio de lineas y efectos. Aquí son muy recurrentes las representaciones de paisajes, mujeres, insectos, estrellas, entre otros. La figura humana es completamente alterada y llega a adquirir rasgos alienígenas, rupestres o autómatas.

A continuación les comparto algunas de las pinturas más conocidas de Joan Miró. Esta es, claramente, una muestra muy pequeña y poco significativa de lo que es su obra, la cual también incluye esculturas, pero creo que, si hasta ahora no sabían nada de él, puede darles una idea sobre lo que vengo hablando. Como siempre, me encantaría leer sus opiniones al respecto, siempre aprendo con ellas. No importa si no son expertos en arte, que aquí nadie lo es.

The Hunter (Catalan Landscape), 1924.

Harlequin's Carnival, 1924-25.

Snail, Woman, Flower, Star, 1934.

Birds and Insects, 1938.

Ciphers and Constellations, in Love with a Woman, 1941.

The Smile of the Flamboyant Wings, 1953.

Bird, Insect, Constellation, 1974.

Aquí entre nos, sí que tengo una obra favorita que hoy en día se encuentra en el museo de arte moderno de Nueva York. De esas obras que, sin importar cuanto tiempo pase, siguen sorprendiéndome cada vez que la miro... y eso que tiene una estructura relativamente simple. Se trata de la acuarela titulada Twittering Machine (algo así como la máquina que gorjea en español), del artista alemán nacido en Suiza, Paul Klee.

Twittering Machine, 1922, Paul Klee.

La obra ha tenido múltiples interpretaciones. Algunos le atribuyen un aire absurdo muy al estilo de "Alicia en el país de las maravillas". A otros les produce un sentimiento de incomodidad y amenaza inminente por parte de unas criaturas que no son más que aberraciones intentando asemejar a la naturaleza y que cantan ya sea seduciendo a su victima, o armando una cacofonía infernal. Para otros es el resultado de la fusión entre organismos vivos y máquinas. Algunos ven a unas criaturas siendo torturadas y obligadas a cantar, incluso cuando sus cuerpos han llegado a su límite. Para otros el cuadro presenta la victoria de la naturaleza sobre las máquinas, en donde una máquina de música abandonada a su suerte y a la herrumbre no tiene más opción que contemplar a las aves cantar y producir los sonidos que ella falló en reproducir.

Para mí, y con esto me incluyo en ese grupo de personas que la han interpretado de esta manera, es una representación del sonido mismo. Los cantos de las aves son una muestra de la armonía sonora que puede producir la naturaleza. La manivela debajo de ellas es una representación de los sonidos que puede crear el hombre a partir de todos los instrumentos que ha diseñado. A los cánticos de la naturaleza sumamos nuestros sonidos y de esta forma podemos hallar un equilibrio que, como humanos, nos falta. Las tonalidades frías de la imagen en el centro y más cálidas hacia los extremos me hacen pensar en el amanecer y en esos primeros trinos que se escuchan desde la ventana cuando abrimos los ojos. Hay también un elemento matemático de mi agrado, si pensamos en la cuerda sobre la que se paran los pájaros como una onda sinusoidal. Con esta obra, el señor Klee ha conseguido ponernos a divagar y ha logrado que una sola imagen estática conciba tal variado grupo de interpretaciones, lo que en sí, es todo un logro.

Para no extenderme más, cosa que me sucede cuando llevo mucho tiempo sin actualizar, paso a compartirles, como de costumbre, mi último poema cuyo titulo pueden leer al final de mismo.

Como si fuera un ciclo infinito,
he perdido la cuenta
de las veces en que el sol
le ha cedido paso a la luna,
y en las que he descubierto mi pecho
para que en él moren los elementos,
junto con todos sus fenómenos.

Como si este caminar no
fuese a terminar nunca,
he dejado que la tierra fértil,
labrada por los más humildes hombres,
se atraviese ante mis ojos,
y que su aroma a profundidad
se enraíce entre los dedos
largos de mis manos.

Sin padre, sin madre, sin nombre,
sin voluntad para pronunciar uno,
sólo pude esperar a ser reconocido
por aquellos a los que nadie reconoce,
a coronarme con sus luminarias
y a correr por sus senderos,
como si fuera la sangre misma
en las venas del bosque.

Mire al vacío incontables veces,
puse en duda la naturaleza de mi soledad,
dejé que mi risa fuera un sonido cavernoso,
como extraído de las profundidades frías
y vírgenes al interior de la montaña,
y me extravié, sin saberlo,
de los caminos de los hombres.

Un espectáculo de luces
danza desde entonces en la
niña de mis ojos
y sólo es percibido por aquellos
que viajan por la mismísima senda
trazada para los animales salvajes
por los reyes de las montañas.

Escuchando en silencio el canto
de los seres que aparentemente callan,
contemplando su desenvoltura
entre los pliegues de las sombras,
hablando sin permitir el movimiento de los labios,
he reconocido su lugar
entre los moradores de este mundo.

Yo que he sido tocado por las manos mismas
de los advenimientos naturales,
he regalado mis sentidos
a aquellos que se despliegan,
como alas nuevas, por la noche.
Como si fuese el último conocedor
de un lenguaje más antiguo que
el tiempo mismo,
dejo que mis huellas se hagan
el camino que han de seguir
los que procesan detrás de mí.

Así pues, guárdame un lugar
entre tus invitados esta noche,
comparte conmigo el licor
de la madre tierra,
e intenta conservar las palabras que escuchaste
aunque después no recuerdes la boca de quien las dijo.
 Considérame el heraldo de aquellos
que pueden ser apreciados
sin existir realmente,
un simple viajero que ha visto
la línea que divide a nuestros dos mundos.

Walpurgis
_______________________________
Estefanía Figueroa Buitrago 


El titulo al final tiene su razón de ser. Si han escuchado sobre la noche de Walpurgis podrían empezar a leer el poema ya con una idea en la cabeza. La verdad, no me refiero a brujas ni a apariciones, sino a una relación un tanto espiritual con la naturaleza.

Cierro esta publicación con una canción de la artista Florece + the Machine, titulada Heartlines de su álbum Ceremonials que espero disfruten.




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