Tengo el
gusto de encontrarme otra vez escribiendo una nueva entrada para mi blog, el
cual había permanecido algunas semanas en estado de espera. Le debo el empujón
que hacía falta a Juan D García, quien me recordó que había dejado las cosas un
poco quietas por estos lados, de modo que corrí a buscar mi portátil y empecé a
redactar las palabras que ahora están leyendo.
Hace ya
algún tiempo que tenía la idea de dedicarle una publicación a la joven diosa de
la belleza y la lujuria, la terrible Afrodita que podía tener a su disposición
el amor de los hombres con solo clavar su mirada en ellos. Aquella diosa sin
infancia que surgió de las espumas del mar y nació de los genitales que Crono
cortó de Urano en las primeras eras de la mitología griega, cuando dos razas de
deidades se enfrentaban unas a otras en la llamada Guerra Titánica: los Titanes
y los Olímpicos, cuyo triunfo dio origen a la era de los Dioses Olímpicos.
El amor y el
deseo, como fuerzas fundamentales y
poderosas que gobiernan a la raza humana han sido encarnados, en variadas
épocas y por variadas civilizaciones, en diferentes contenedores femeninos.
Inanna, en la mitología sumeria, era la diosa del amor, la guerra y protectora
de la ciudad de Uruk. Ishtar era la diosa babilónica del amor, la guerra, la
vida y la fertilidad. Los israelitas la conocieron como Astoret, diosa de la
fertilidad y del amor sexual. Astarté para los fenicios. Venus para los romanos.
Es sumamente
interesante el factor que, a pesar que estas civilizaciones estuvieron separadas
por siglos, y sus culturas y cultos se diferenciaban, siempre estuvo presente
la representación de la sexualidad femenina en todas ellas como uno de los ejes
centrales de sus mitologías.
Las mujeres
somos, después de todo, terribles y poderosas. Reinas de corazones y hechiceras
del misterio.
En esta
ocasión me gustaría compartirles mi escrito titulado “Desde la Coraza de
Venus”.
Desde la Coraza de Venus
El nacimiento de Venus, William-Adolphe Bouguereau, 1879
Aquello que deseo es el camino.
El instante en el que Dios
juntó sus manos
y conjugó el universo
en tus ojos y la fuerza
en tus entrañas;
en el que Venus, alzando
sus manos desde las
profundidades de la concha,
ató sus cabellos
en la nuca de la belleza.
Eternamente
sucumbiré a los juegos
de los dioses
y los dejaré
libremente
poner precio a mi albedrío.
Mis manos no son más
que sus finas herramientas.
Mi voz es el aullido
que huyó del inframundo.
Te cantaré el peso
de los años desde
las eras de los
Primeros.
Voy a conjugar
en verbo las
tragedias de los
Segundos.
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Estefanía Figueroa Buitrago
Para acompañar esta entrada nada mejor que la canción “Birth of Venus
Illegitima”, el nacimiento de Venus ilegítima, de una de mis bandas favoritas
(si aún no lo han notado :p): Therion. Los dejo con esta pieza musical y con su
frase:
“Niña de pecado es mi nombre”
Por último, quiero mostrarles algo que me sorprendió muy gratamente
hoy. Se trata de una imagen arrojada por el estudio estadístico que Blogger
maneja para mi blog.
Esto me deja impresionada y contentísima y espero, junto a ustedes,
seguir creciendo cada vez más.
Hasta una próxima ocasión, y nuevamente gracias a todos los que me
comentan. Leo y RE leo sus comentarios porque me encantan :).